Curadurías

Boutique Erotique Pink

El sexo es arte

Hace un tiempo con la editorial de arte contemporáneo COLADA escribíamos el lema “El arte es sexo, el sexo es arte” pensando que el sexo, como el arte es una pulsión. Esa primera excitación que te lleva a concretar cualquiera de las dos acciones, ya sea mirar y crear la obra o coger, masturbarse e interactuar con el propio cuerpo. Cuando me convocan para hacer la curaduría artística del proyecto, pensar una boutique erótica como galería de arte, en donde convivieran toys y obras de arte resultaba la ecuación perfecta. Ambos mundos, desde siempre, destinados a espacios de exclusión, de segundo plano, del qué dirán adquieren un nuevo poder al convergir en un mismo lugar y que en el constante dialogo, gracias al arte se naturalice el uso de los juguetes sexuales y gracias a los juguetes, la posibilidad de ver el arte erótico en un contexto de lo cotidiano.

En la boutique erótica existen 4 espacios donde se exhiben obras de arte de distintos artistas. En el sector de juguetes para personas con vulva se hizo realidad uno de los deseos de Francesca y y se realizó un clítoris en resina y polvo de aluminio no solo como reivindicación al órgano-placer-femenino, sino para visibilizarlo, ya que muchas personas desconocen su morfología y por consecuencia cuales son los sectores erógenos de la genitalidad femenina. O sea que, ok, sí es una reivindicación! A nuestra estrella la acompañan 30 de manitos realizadas una por una que, como salidas del inconsciente o las fantasías más oníricas, ofrecen los distintos juguetes que estimulan la zona. Estas piezas fueron realizadas a pedido por la artista Lucia Herlitzka. En el sector de juguetes para personas con pene nos encontramos con un mural del artista Daniel Juarez. Un alter ego del fetiche, una figura andrógina acompañada de una serpiente que desde la altura y como salida del inframundo sensual y las marchas del orgullo LGTBI+, nos guía hacia la manzana (toy) del pecado que nos llevará a conocer el placer y del cual no vamos a querer volver. Una cruz de San Andrés, y cómo está presente la religión en cuestiones de censurar el deseo! pero hecha la ley hecha la trampa, el arte erótico existe para traspasar el límite de la moral impuesta por el estado y las religiones como dice Bataille en su libro El Erotismo, y a esta cruz de cuero realizada para sesiones de BDSM la acompaña otra obra de Dani Juarez: 964 impresiones monocromáticas sobre acetato crean una ilusión óptica cuando al verla a través de una pantalla de celular asoma un close up de una doble felatio, apropiación de un instante de una película porno. Sutil y voraz.

Por último, y con un halo de lo frágil, dildos de vidrio templado y piedras energéticas resguardadas en campanas de vidrio, como princesas de cuentos de hadas, yacen estas piezas con carga simbólica en sí mismas, resguardadas por una nube de fotografías y objetos que enmarcan lo romántico. La piel, abrazos y promesas, mundos que podrían ser los propios. Poli amor, orgías y promesas de goce. La entrega de los cuerpos. Lo espiritual y lo carnal. En esta pared se encuentran las joyas-obras de Matías Maroevic, Fabiana Barreda, Desireé Destéfano, María Guallar, Alejo Dillor y quien les escribe, Lulú Jankilevich.

Las obras que co-habitan en la boutique fueron pensadas como dispositivos que activan los cuestionamientos que genera la sociedad acerca del límite entre lo íntimo y lo privado con lo público y lo visible, ubicando al espectador en un nuevo paradigma social. Es por eso que cada una de ellas está a la venta, queriendo entrar en el diario, en el interior del hábitat contemporáneo, sea una habitación, espacio de trabajo, o un código de amor, complicidad y placer entre amantes, como un dildo, como un toy.

Lulú Jankilevich

Marzo, 2021.